viernes, 4 de junio de 2010

QUE ME TRAGUE LA TIERRA

(Tronco, Povedilla, mayo de 2010)
A veces quisiera uno estar muerto, que se lo tragara la tierra como engulle inmensos bosques y raíces de Universo. No maldigo al sol porque sin la luz no existiría todo lo que ahora es vida, pero me dan ganas de taparme con una espesa armadura que no deje pasar ni el aire que respiro. Así me encuentro ahora, ceniza de lo que fui, hundido hasta el cuello en mi propia sangre. No tengo ganas ni de renacer, ni de mirar lo que más amo, ni de sentir debajo de mí el corazón que me da toda la fuerza, todo el ímpetu para repeler tormentas. Estoy casi muerto. Ya no tengo fuerzas ni para pronunciar mi nombre. SÓLO OS PIDO UNA ORACIÓN QUE ALIMENTE UNA TÍMIDA ESPERANZA.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nosotros somos colaboradores de nuestro destino. Nos creamos y nos destruimos en las esperanzas y como el ave fénix nos recomponemos y hacemos la travesía del desierto que nos permite volver a empezar. En soledad