martes, 25 de mayo de 2010

TRAVESÍA DESESPERADA

(Puerta, Povedilla, mayo de 2010)
Perdono las ofensas
que me hicieron los malditos,
los que empuñaban hoces
cerca de las gargantas,
los que con sus puños
machacaban corazones,
las ansias de libertad
que huían por nublados horizontes.

Maldigo a los asesinos
de mis grandes ilusiones,
de mis esperanzas frustradas
y mis sueños de colores.

Quiero darme tiempo,
dárselo a una época
que no se desvanece,
que, plena de óxido,
se resiste a desaparecer
entre chatarras viejas.

Mis ojos no duermen;
mi voz no descansa,
mis piernas me llevan
a un paraíso yermo.

¿Cuándo podré enfrentarme
a mi propio desierto?

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