todo lo cruel se vuelve en contra de uno mismo;
quien escupe al cielo
se queda ciego.
Mi boca será una sonrisa
y mi corazón un ave,
mis piernas gacelas
y mi vientre suave
la playa que se desliza
entre sus íntimas arenas.
No puedo permitir
que me hieran las rocas,
que mis entrañas se solidifiquen
con la terrible lava
que otros me lanzan.
Cierro el puño,
mi destino en él
y, cuando lo abro,
un vuelo de palomas inmaculadas
y un camino sin trabas.
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