Me resisto a creer
que haya un límite para el amor,
para la dicha, para el placer.
Y, sin embargo, tropezamos con esclusas,
con cercas mal puestas
o tan bien colocadas
que nos impiden coger
lo que nos corresponde
o lo que libremente nos ofrecen.
Me resisto a dejar de soñar.
Hay un tiempo límite,
pero no quiero que me alcance,
todavía no.
Es tan dulce sentir una mirada,
un tiempo que se evapora
junto al que amas,
unas sonrisas
que te devuelven la calma...
2 comentarios:
La vida que es lo que tenemos, lo que sentimos, es libre y evoluciona. Es el mundo el que está alambrado. Posible franquearlo si, pero fácil no es. Sin embargo, las suceptibles heridas también lo son para curarse. Es mejor curtirse en amores que en desamores.
Rafael, echo en falta la reivindicación de este mundo pautado y controlador que pone jaulas a los corazones que se ensanchan.
Gracias...
Mariola
Mariola: llevas toda la razón. Lo de afuera nos pone trabas y, aveces, casi insalvables; pero quizá sean más duras las que uno mismo no acierta a derribar y que pueden acarrearte la infelicidad. Esto es el germen de la poesía y, cuando escribes, la catarsis del poeta.
Un abrazo
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