miércoles, 27 de julio de 2011

EN LA PLAYA

En el horizonte el infinito mar y las pinceladas brillantes que el sol dibuja sin descanso sobre el agua. El oleaje, impulsado por una máquina poderosa que nunca agota su combustible, nos parece la respiración desacompasada de un gigante con mal dormir, aunque acabamos por acostumbrarnos y parece que oímos una sinfonía que no cesa de repetirse.

       CIELO SIN NUBES,
       LAS OLAS Y SU ESPUMA.
       SOLO EL RUMOR.

Luego, en picado, una gaviota se lanza sobre el cristal del mar. ¿Dónde está el pez? Su blancura destaca, pero pronto la perdemos. Otras pasan buscando algo. Yo las sigo mientras mis pies se refrescan con el estertor de las olas.

     CINCO GAVIOTAS
     JUNTAS AL ATARDECER,
     Y SE DISPERSAN.
    
 

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