lunes, 13 de diciembre de 2021

HAIBUN: TRECE DE DICIEMBRE

TRECE DE DICIEMBRE, 90 cumpleaños de mi padre

Trece de diciembre de dos mil veintiuno, mi padre cumple noventa años.  Desde que le salieron los dientes  en su pueblo natal de Povedilla, se ha ocupado de tareas agrícolas,  mulero  cuando era un niño, producción de cereales, olivares, frutales y hortalizas de temporada, con sus manos, la azada o el tractor. Desde hace unos años no se puede hacer cargo de las tierras, la edad manda, y me ha pasado a mí el testigo,  aunque yo  realizo tareas organizativas y, dados mis problemas con la artrosis, algunas cosas hago en el campo pero las imprescindibles: que se realicen las tareas en los olivares, recoger uva y almendrucos  para el consumo domestico, mantener en buen estado la casa familiar, casa que fue de mis abuelos maternos y que mis padres hicieron nueva cuando se casaron, enfrente de ella y un poco más hacia el sur se encontraba la almazara de mi abuelo Juan Hilario, la cual estuvo en funcionamiento muchísimos años hasta que las nuevas tecnologías y el aumento de la producción oleícola en el pueblo hizo que la gente formara una cooperativa. Mi abuelo repartió entre sus hijos el solar y  mi padre dedicó su parte a corral; allí tenía perros, incluso sembraba tabaco verde para su consumo. Ahí guarda aperos de labranza, tinajas y objetos de múltiples usos,  mejor dicho, en desuso.  Las hierbas campan a sus anchas, los pajarillos encuentran sustento; también sembró dos nogueras, tres almendros,  unas macetas enormes con plantones de oliva, un roble que va cogiendo cierto tamaño, una higuera y, junto a ella, una parra que da buenas uvas. La parra está rodeada por unos palos que conforman un recinto protector, debajo de ellos todos los años una gata tiene su camada, algunas noches, cuando los gatitos son un poco más mayores, empiezan a llorar y a mí se me parte el corazón, porque tienen hambre; se deslizan por debajo  de las portadas de hierro que cierran el recinto y salen a la calle, maúllan sin descanso y yo les llevo comida, pero en cuanto me acerco, se alejan, son muy asustadizos,  yo se la dejo junto a la puerta y al día siguiente no queda nada.

Maullidos de gato:
regando los almendros
las hormigas.

También hay un lilar, y bambú: hace unos años mi padre consiguió unas cañas en un viaje que realizó a Galicia y, poco a poco, la plantación va ganando terreno. Los bambúes han alcanzado más de cuatro metros de altos, y da gusto verlos, porque, aunque las hierbas de alrededor se secan, ellos mantienen abajo cierta humedad gracias a su propia sombra y resisten las inclemencias. Esta tarde de agosto he regado, hace mucho calor y varios meses sin llover, las hierbas bordes ya están secas y se meten en mis zapatillas y entre la ropa. 


Quitándome las cascarrias*:
en la ingle
un rompisaco*.

*Las cascarrias eran los restos de suciedad que se quedaban adheridas a la lana de las ovejas,  la gente de antes, cuando no había agua corriente en las casas, y tenían necesidad imperiosa de aseo, solían decir "me tengo que quitar las cascarrias".
Rompisaco: rompe sacos, planta: aegilops triuncialis, está formado por una parte aérea para diseminarse por el aire y una punta afilada que se clava en la tierra o en lo que encuentre (cuando era niño se me introdujo uno en el oído y me lo sacó milagrosamente una vecina, que se apiadó de mis gritos de dolor).

 Albacete, 13-12-2021 

7 comentarios:

momiji haiku もみじ dijo...

Felicidades a tu padre, y a ti. Un relato muy evocador, muy emotivo.

Como la propia vida en el campo, también las palabras que la nombran se van perdiendo, secándose en la soledad de la hierbas marchitas.

Por cierto, gracias por descubrirme nuevas palabras.

Un abrazo grande Rafa

Elsa Serra dijo...

Querido Rafa felices noventa años a tu papá,un abrazo para él,que dicha tenerlo!!
El mío falleció un 13 de diciembre y lo extraño cada día
Miro la foto que has puesto y te aseguro que me parece ver al mío
Así sería si lo tuviera aún
Estoy conmovida por tu haibun,
una vida de trabajo en plena naturaleza Seguramente de lucha y sacrificios pero lejos del mundanal ruido de la ciudad
Gracias por tu hermoso relato!!

José Ángel Cebrián dijo...

Enhorabuena, Rafa, por el cumpleaños de tu padre y por el haibun. Cuentas muchas cosas interesantes.

Un abrazo

Unknown dijo...

Me identifico mucho con el relato, porque yo también soy hija de agricultores y conozco un poco los procesos...se nota que has escrito con el corazón

Rosalia Gila dijo...

Conmovedor Rafa,gracias por compartirlo

Rafael Castillo dijo...

Muy emocionado y agradecido al leer vuestros comentarios. Un abrazo amigos.

Rafael Castillo dijo...

Muy emocionado y agradecido al leer vuestros comentarios. Un abrazo amigos.