en una fosa donde quizá se encuentren los restos de Lorca)
AQUELLA NOCHE ¡NO!
Tierra tan sólo. Tierra
para el ensangrentado suelo
y no por navajas
ni por jinetes altivos
que por ella cabalgaron;
tan solo campo y sonido seco,
y no de la catedral del tiempo,
y roncos silbidos, ¡ay!, no del viento,
bajo las estrellas, sí, para masacrar
la flor más pura del almendro.
Federico: pintaste los Heredias
en bucles de ceniza y sangre de toro,
y a los negros de Harlem
con humos oscuros y nubes poéticas.
Y, al filo de la noche más triste,
subiste no a una jaca, sino a un engaño,
al rencor fratricida, ¡horrorosos disparos!,
y se rompió el futuro más claro
del más grande de los poetas
del siglo de Dalí, Buñuel y Picasso.
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