acaso se puede sin corazón,
sin alguien a quien amar.
No existe sino lo que hay dentro,
en lo más profundo,
lo que ni uno mismo es capaz de adivinar.
De mí a lo más lejano
no puede haber nada más que unas cuantas estrellas.
Quiero que converjan y caigan
en el centro de mi alma.
Si estallo, qué importa
si el momento fue intenso
y de extrema belleza.
(Sábado de ordenador y sin nuevas experiencias.
Ya anocheció y me da igual
y no sé cómo es la noche allá afuera…
ni me importa.)
Las mujeres que amé son aves que se van volando como sueños,
y una fría capa de nieve va tapando sin demora
uno a uno mis sentimientos.
Si fui feliz, eso queda;
lo demás, el aire se lo lleva, ni el rencor
queda en pie, ni un suspiro, ni la fatídica espera.
Ya no soy el que era; no me reconozco ni en el espejo,
ni en lo que digo, ni en lo rápido que se me pasan las penas.
2 comentarios:
Los dos escribimos con nuestra pluma el arte de amar, pero tú vida es una laguna por tú error ancestral.Debes dejarte amar y no naufragar en la resignación, al final te arrepentiras.
El borboton de Povedilla me recuerda mi iñez,ocho añitos yo tenia y al ver a su agua correr,gritaba al Veneno
!para! que aun no he aprendido a saber que el agua puede arrastrarme
y maatrme de una vez.
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